Alía
se pierde entre trincheras que marcan un territorio acotado a las viejas esencias
de antaño. Crisol de tierras y tiempos; a la sombra o en la luz, risas
y llantos también. Todo funde sin reparo en este confín de la
vieja Extremadura.
Se
sitúa en el borde oriental de Extremadura, pegando con tierras toledanas
y en la raya de la provincia de Badajoz. El pueblo te agradará en su
sencillez, fuera de los fastos de otras partes, las casas llegan por su simplicidad;
pequeñas pero muy funcionales, huyendo de la aparatosidad de lo innecesario
y reflejo. de la vida de estos lugares.
Su
tierra te abordará llena de argumentos: la fragosidad del monte, la
vida salvaje, la pureza del aire y sus aguas cristalinas serán suficiente
para que te tiente el último corazón libre de la tierra.