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30000 a. C., en pleno Paleolítico Superior, los cazadores nómadas recorren las montañas buscando sus codiciadas presas, grupos de 30 o 40 miembros subsiten de la recolección de frutos silvestres, carroñas y al acecho de la oportunidad perfecta de una caza asequible.
Se asientan normalmente cerca de arroyos donde desarrollan su industria: transportaban una pieza grande de silex o nódulo de la cual obtenían con precisos golpes finas lascas que utilizaban a modo de cuchillos, rascadores, buriles etc.. de entre siete y diez centímetros.
Debido a la ausencia de este material en la zona y al hallazgo de dichos útiles y nódulos se comprende que lo llevaban consigo en sus desplazamientos estacionales.
De épocas posteriores y en el mismo material nos encontramos con los Microlitos, piezas pequeñas y muy elaboradas pertenecientes a los abrigos de las Culturas del Suroeste peninsular que se inicia en el periodo Calcolítico y se extiende durante la Edad del Bronce