Lugares con Encanto en Villarta de los Montes

Las Hoces del Río Guadiana

El viaje a las esencias más íntimas de la naturaleza de los montes nos lleva a un hermoso paraje que ocupa un lugar privilegiado en el sentir  de los villarteños.

No hay paisano que no tenga una historia bonita que contar de las Hoces de Guadiana. Probablemente es el punto donde nos podemos encontrar con la naturaleza de una manera más personal.

Y es que no puedes evitar quedarte absorto  ante la majestuosa presencia del río enmarcado entre farallones de  cuarcita que se elevan verticalmente desde el mismo fondo por decenas de metros hacia los cielos.

Hay varias rutas que te acercan al rincón de las hoces y que convergen en dos formas:  bien por la ruta que va pegada al río o por los caminos que faldean la sierra de la Umbría  a media altura.

El primero permite acercarse de cuando en cuando a la orilla y recrearnos con los mil aspectos que llamarán nuestra atención: la fauna, el puente,  los  molinos… muchas posibilidades para parar y completar una jornada plena de sensaciones.

El atractivo de la segunda de las opciones son los paisajes que se  abren en los muchos recodos que forma la sierra.

Tenemos panorámicas que nos llevan hasta las tierras de  Navalpino y Arroba en Ciudad Real, también los riberos del Guadiana, con continuas revueltas, pero en valle abierto.

En un rincón de este paso encontramos la Fuente de la Moza que recoge un pequeño arroyo  hasta una construcción de piedra. Ideal para hacer un stop en el camino.

Ya estamos cerca.

El Área Recreativa de la Hoces del Guadiana acota un lugar donde tradicionalmente los locales pasaban largas veladas. Tiene mesas y bancos para comer cómodamente, muy cerca hay un sitio donde meternos en el agua fácilmente si la ocasión pide un refrescante baño.

Los vecinos de enfrente frecuentan el lugar con mucha asiduidad, la cercanía con las poblaciones  les permite venir periódicamente. Tienen algunos espacios de ocio, bancos, sombras…

Las Hoces del Guadiana están formadas por una gran tabla que forma un remanso de aguas de un kilómetro que se adentra entre los riscos cortando la sierra hasta atravesarla completamente. 

Es sólo la primera de las grandes montañas que el río va atravesando, en un contínuo zigzag que busca las zonas blandas de la tierra.

En total son más de seis kilómetros desde que el río se adentra en la primera hasta que sale por la última boca.

Un trayecto en el que los ecosistemas están totalmente vírgenes  y podemos acercarnos a los arquetipos mas puros de los hábitats de rivera, de los montes, de los riscos…

Y es que no hay una población  importante en cien kilómetros a la redonda y éste es el más apartado de los  parajes que son seña de identidad por sus valores culturales y medioambientales.

 

 

Del Área Recreativa parte una vereda que se adentra en el callejón de las hoces.

Es un lugar en casi primavera permanente por la manta verde que partiendo de los nenúfares de las orillas, entronca con la abundante vegetación de hierbas y los juncos de la orilla.

Por encima se yerguen los típicos alisos y sobre todo los fresnos que forman el grueso de la galería que vamos atravesando, las encinas ocupan la tierra a pocos metros  de la margen.

Según la época del año disfrutaremos del frescor de los helechos, de la flor de varios tipos de jaras o del rusco, del verde primavera o de los ocres otoñales. Cada día es distinto, cada momento una singular experiencia que te regala estampas imborrables de tu memoria.

Un mojón sobre el mismo filo de la sierra indica que cambiamos de Provincia y de Comunidad. Estamos en Ciudad Real y la vereda continúa por este lado en término de la Puebla de Don Rodrigo, volviéndose más salvaje si cabe.

Por lo tanto, en cualquier acercamiento tenemos que pasar casi sin dejar rastro, procurando alterar el entorno justo lo que la naturaleza ha previsto para nosotros.

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