Naturaleza de Cañamero

Por Miguel Urbina Gomez

    Flora

    Lo que define a Cañamero es su diversidad, su abundancia de especies y el gran número de componentes de cada una de ellas.

    Esta diversidad viene dada sobre todas las cosas por la labor de las fuerzas de la tierra, que en millones de años han configurado un paisaje en el que alternan sierras y valles que se abren en extensas semillanuras.

    Y en medio de todo ello" las mesas de la raña" se extienden llanas a media altura, sin salientes, como escalón que facilita el acceso desde la Extremadura baja a la alta, limítrofe con la meseta.

     

    La sierra domina la mayor parte del espacio pero ella es, a su vez, diversa y variada.

    Se levanta desde elevaciones suaves a las que se agarran el olivo, cerezo o castaño para irse empinando, cubierta de pino, roble y alcornoque donde la tierra es abundante.

    Donde el suelo es escaso la jara y el brezo dominan, y más arriba aún,  arraclanes y enebros se disputan las grietas del roquedo cuarcítico para hundir sus raíces y sujetarse de los fuertes vientos que podrían arrancarlos.

    La cuarcita corona todas las alturas, se trata de una roca dura, con múltiples fracturas que ha llegado a formar extensas pedreras típicas de la zona

     

        Los Valles son numerosos, tallados por corrientes más o menos importantes. Destaca entre ellos el del Ruecas, río que nace en las proximidades de Cañamero, en las mismas Villuercas, y que baja cristalino repartiendo vida en sus orillas. En el lecho alternan las cuarcitas rodadas con pizarras suaves y unas y otras guardan el tesoro milenario de  fósiles como crucianas y trilobites que  encierran secretos milenarios como notarios de la historia geológica de esta tierra.

        Las rañas, extrañas formaciones llanas entre sierras, se encuentran a gran altura y son producto del arrastre de materiales desde los picos más altos formando depósitos de kilómetros cuadrados y perfil tan recto, que visto desde las alturas en días brumosos nos permiten la ilusión de estar cerca de un mar,  recuerdo del que alguna vez debió cubrir estas tierras.

    La flora de cañamero es uno de sus mejores valores. Sustentada por el suelo y el paisaje y sustentadora, a su vez, de la fauna y el hombre. Hay que distinguir  entre la flora silvestre y la introducida y mantenida por la mano humana.

    En cuanto a la primera, digamos que la mayor parte del territorio está cubierto de bosque. En unos casos homogéneo con grandes masas de un único árbol, como el pino de repoblación que se ha ido extendiendo, adaptado al suelo, de forma natural, que retrocede por la acción de los fuegos estivales y vuelve a extenderse por la germinación espontánea de los piñones que resisten a las llamas o son transportados por el viento, el agua y los animales. Las especies predominantes son el pino resinero  y el piñonero

    El alcornoque  también forma grandes masas de bosque, retorcido y fantasmal, en los que el sol se adentra desde lo alto jugando con luces y sombras y con las distintas caras de los enormes troncos unas veces cubiertos de corcho viejo y otras despojado de él en beneficio de una industria en alza que valora cada vez más un producto natural con múltiples aplicaciones.

     Estas sierras guardan algunos de los mejores robledales  de Extremadura.  Aclarados para permitir el ramoneo de la cabra y el aprovechamiento de sus bellotas, o espesos e impenetrables , con  troncos finos que buscan el cielo en competencia con el vecino al que rozan. Solo el jabalí traza senderos en su interior que serán seguidos por los carnívoros en sus expediciones de caza.

    De la misma familia es el quejigo, de hoja más pequeña y semiperenne que se mezcla con el anterior de forma aislada o  formando bosquetes.

    El castaño, que debió ser introducido en épocas históricas, se aclimató perfectamente  y se asilvestró  formando  bosque naturales. En ocasiones, injertado en variedades de mesa, cubre extensas zonas cultivadas contribuyendo de forma importante a la economía agrícola de la localidad.

        Las zonas mas llanas están ocupadas  por la encina, en grandes fincas adehesadas, que soportan la mayor parte de la cabaña ganadera del lugar.

        El fondo de los valles, allí donde circula alguna corriente, está poblado por alisos que forman bosques de galería de algunos metros de ancho pero de muchos kilómetros de longitud. Son auténticos túneles verdes, impenetrables para la luz del sol hasta la llegada del otoño. Las raíces se hunden directamente en el agua y sus ramas son la atalaya perfecta para el martín pescador que otea las aguas cristalinas para descubrir a su presa.

        Pero el ojo no acabará nunca de descubrir otras especies. Mezcladas con el sotobosque de madroñas, jaras, lentiscos, retamas, brezos... que alfombra toda la superficie podremos  ir contando las especies relictas, aquellas que alguna vez, cuando las condiciones climáticas fueron otras también se agruparon en bosque y que hoy luchan aisladas o en pequeños grupos allí donde calor y humedad se parecen aún a sus condiciones primitivas

    . El loro se mezcla con el aliso junto a las corrientes, el acebo se hunde en la umbría protegiéndose del sol igual que el mostajo y el arce de montpelier, ignorados  por muchos visitantes del lugar que desconocen el valor de tanto patrimonio natural.

    Por debajo de estas especies, cada estación  y cada habitat, nos sorprenderá con sus detalles;  entre todos destacan los de la primavera con sus testuras y colores: orquídeas y PEONÍAS son lo más espectacular y merecerán nuestra atención.

     

 

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